Cuando en la mitad de la noche
en un lugar remoto y apartado de la urbe
un sonido suena simplemente así, como el bello sonido que es,
ya sea el de un búho ululando; las olas rompiendo en la orilla; o el repicar de unas campanas
éste resuena a lo lejos, vibrando con todo su potencial y plenitud.
De la misma forma lo hace el murmullo y sentir del corazón,
siempre que la mente y la palabra se dan un descanso
él: con su amalgama de sentimientos y plenitud de la persona.
Sé que es allí donde quiero rescatarme y donde siempre que puedo me pierdo.
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